´Franela´ es una voz del español general, cuyo origen es ´franelle´, palabra francesa; es un tejido fino de lana o algodón, ligeramente cardado por una de sus caras; en el Perú y otros países de América como México, Ecuador, Paraguay, Argentina y Uruguay, tiene el sentido específico de trapo o paño de lana o algodón que se utiliza para quitar el polvo de los muebles o de los automóviles. La acepción metafórica es muy extendida: ´franela´ es sinónimo de ´adulación´ y también de ´adulador´. El campo semántico es muy rico: ´franelear´ es adular a alguien, especialmente si es poderoso, y ´franelero´ es una persona aduladora. ´Pasar la franela´ es ejercer la adulación. El ´franelero´ está esperando algo de la persona adulada, como aquel orífice que, según Ricardo Palma, regaló un dije con la figura de un cañoncito a Ramón Castilla. Todo este universo significativo está relacionado con la ´zalamería´, demostración de cariño afectada y empalagosa. Sin embargo, justo es decir que ´franela´ no es un sinónimo de ´zalamería´. En nuestra imaginación el ´franelero ´es más adulador que el ´zalamero´. Sin duda que José Ponciano Choquehuanca (1789-1858) en su lacónico, breve y cabal elogio de Simón Bolívar, fue algo ´zalamero´, pero nadie lo ha calificado de ´franelero´. La gloria del prócer sí ha aumentado “como crecen las sombras cuando el sol declina”. De ´franela´ entendida como tela, deriva también ´franelógrafo´, un trozo de tela afelpada que se usa en el aula para mostrar figuras o letras que, gracias a un reverso áspero, se pegan a ella. (Marco Martos).
Zampado
El poeta Gonzalo Rose usó la voz “zampado” y sus variantes en su texto “A la orden”: “Zampado el aire.