´Huarique´ (o ´guarique´ o ´warique´) es voz antigua de origen incierto en el castellano del Perú. Tiene, en todos sus usos, el sentido de lugar secreto. No hay ´huarique´ que no tenga algo de privado. Ese lugar secreto bien puede ser una especie de escondite, un sitio preferido por delincuentes que huyen de la justicia o un piso de soltero que los hombres utilizan para encuentros furtivos con damas complacientes o un emplazamiento elegido por conspiradores, difícil de hallar por las autoridades gubernamentales. Estos usos, que son bastante antiguos y que se documentan desde el siglo XIX, no han desaparecido en el lenguaje de hoy, pero ceden la palma ante una acepción que ahora es mayoritaria: ´huarique´ es, sobre todo, un restaurante popular, de calidad conocida por quienes lo frecuentan, que no suele aparecer en las guías turísticas y que siempre mantiene precios que a sus parroquianos no les parecen excesivos. Un ´huarique´ casi siempre está en los barrios de las ciudades, en una callejuela, nunca en una avenida principal, ni tampoco en las galerías comerciales; tiene una carta reducida, pero los pocos platos ofrecidos mantienen una alta calidad. Se concurre a un ´huarique´ buscando algún potaje de nuestra preferencia. La única manera de hallar el establecimiento es llegando con un conocedor, alguien que tiene cierta familiaridad con los conductores del negocio. El trato que en un ´huarique´ se ofrece a los clientes, siendo respetuoso, es también amical. (Marco Martos).
Zampado
El poeta Gonzalo Rose usó la voz “zampado” y sus variantes en su texto “A la orden”: “Zampado el aire.